Una bacteria muy difícil de localizar

22 de diciembre de 2017

No es casualidad que la bacteria xylella lleve el apellido ‘fastidiosa’. Así la definen los científicos que se enfrentan a la complejísima tarea de aislarla en un laboratorio. Tampoco es nada sencillo localizarla en las plantas a las que afecta, ya que los sistemas disponibles hasta el momento no son, ni mucho menos, infalibles. Así, se puede dar el caso de que una planta que albergue la bacteria sea analizada y dé negativo. En muchos casos, el protocolo obliga a analizar con dos sistemas diferentes las plantas supuestamente infectadas para descartar la presencia de xylella.

Es complicado luchar contra esta bacteria porque se manifiesta de diferentes formas y en diferentes especies. Los síntomas son confusos y no siempre cursan igual. Muchas veces no son fácilmente identificables hasta que la planta se encuentra muy afectada. Este hecho es fundamental, ya que hasta ahora solo se puede identificar la presencia de la xylella en fases muy avanzadas de la infección.

Más fácil encontrar una aguja en un pajar que una bacteria de xylella

Existen unas 350 especies vegetales vulnerables, decenas de insectos diferentes que pueden propagar la enfermedad y cuatro variedades de la bacteria, que a su vez tienen capacidad de mutar. Buscar una aguja en un pajar es mucho más fácil.

A pesar de que se la conoce desde hace más de un siglo, la bacteria está consolidada en Estados Unidos y nadie ha podido encontrar una solución para acabar con la plaga. En Europa se detectó por primera vez en Italia en 2013, afecta millones de olivos y se ha extendido en un territorio de más de 200.000 hectáreas.

Ante una lucha tan desigual, no vale otra estrategia que unir fuerzas. Eso hacen los laboratorios de todo el mundo: comparten información, sistemas de detección y protocolos para coordinar esfuerzos en la lucha contra la propagación de la xylella.

En España, el Centro de Investigación de Bacteriología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) es laboratorio nacional de referencia para identificación y diagnóstico de bacterias fitopatógenas. Este laboratorio es el responsable de armonizar con el resto las técnicas de detección de patógenos y de diagnóstico de las enfermedades, participa en los programas nacionales de prospección de plagas, emite informes previos cuando se detecta una plaga de cuarentena y efectúa los análisis que le son solicitados desde las diferentes comunidades autónomas y puestos fronterizos. Es también responsable de transferir los protocolos y metodologías disponibles, para que sean asequibles a todos los laboratorios de diagnóstico. Estos centros de investigación trabajan en estrecha colaboración y aprenden unos de otros.

Siglo y medio de lucha

Los efectos de la xylella fastidiosa se detectaron por primera vez en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Después de un estudio en el que los botánicos no consiguieron definir la causa de esta plaga, no se volvió a investigar sobre ella hasta mediados del siglo XIX. En los años 70 del siglo XX se revoluciona en la detección de los patógenos por la aparición de las técnicas serológicas (basadas en la detección de anticuerpos), y en concreto la técnica ELISA, que elimina los falsos positivos. En los 80 se dio un paso más con el desarrollo de la prueba PCR (basada en la amplificación de secuencias de ADN que se multiplican gracias a una reacción en cadena), que sirve tanto para investigación de la bacteria como para la detección de patógenos.

A finales de 2016 se experimenta un nuevo avance en la investigación con la aparición de la EPPO, una prueba basada en diagramas de flujo que ofrece ventajas respecto a las anteriores pero está en revisión para optimizar su funcionamiento.

Para maximizar la posibilidad de éxito en los análisis, sea cual sea el procedimiento, hay que tener en cuenta varios factores:

-Hacer un muestreo que cumpla las pautas de la Comisión Europea para las prospecciones de xylella fastidiosa.

-Identificar las zonas de mayor riesgo, como carreteras, aeropuertos, puertos o las proximidades de las áreas demarcadas.

-En los viveros, tener en cuenta el origen de las plantas importadas, los lugares de crecimientos de las plantas madre o los campos de producción a cielo abierto.

-Priorizar las plantas que deben ser analizadas según las subespecies y las cepas de xylella fastidiosa que causan actualmente brotes o son interceptadas con frecuencia en la Unión Europea, como el olivo, la adelfa, la polígala, el prunus o las plantas de café.

-Hay plantas indicadoras, como los árboles en general y arbustos o plantas huéspedes perennes, que expresan de una forma más o menos clara los síntomas que son susceptibles de varias subespecies y cepas.

-El periodo más apropiado para la inspección visual, en campo abierto, es el periodo vegetativo no durmiente de la bacteria, que es entre finales de la primavera y principios del otoño; en ambientes protegidos, todo el año.

La importancia de la detección temprana

Los científicos han definido la evolución de la enfermedad hablan de cuatro estadios en el proceso de desarrollo de la misma: en la fase previa, los insectos que trasladan la bacteria de una planta a otra están presentes pero no hay ninguna planta infectada; en la primera fase ya existen algunas plantas infectadas; en la segunda se generaliza la infección y el patógeno está establecido; y la tercera fase es la sintomática, corresponde a la extensión de la enfermedad, los cultivos ya están enfermos y las pérdidas son importantes.

Actualmente, cuando se localiza la presencia de la bacteria, el daño ya está hecho. Los científicos tienen como meta conseguir detectarla en fases asintomáticas, cuando aún se podría estar a tiempo de minimizar los daños que provoca. Para eso, se trabaja en nuevas técnicas de detección, como la emisión de compuestos volátiles, cambios en la expresión de genes, biosensores, espectroscopia y teledetección.

Como conclusión final, la comunidad científica recalca que las técnicas son limitadas, que utiliza hasta el momento los sistemas de detección que existen con sus correspondientes protocolos y que trabaja para conseguir mejores métodos.